Estoy en modo verano ON. Total, total. Hemos tenido 3 días, 3, señores, como lo oyen, de un tiempo espectacular (léase más de 20 grados y cielo azul, lo cual quiere decir que es posible que este sea todo el verano que vayamos a tener, y no, no es ironía); he sacado del armario un par de vestidos de verano, y -lo que es más importante- las sandalias (porque aunque la temperatura es posible que se repita, y por tanto se pueden llevar vestidos de verano, yo no me acostumbro a los chaparrones o la lluvia constante con sandalias); y por último, pero no menos importante, o como se dice aquí last but not least, por fin hemos reservado nuestras vacaciones de verano. Así que estoy en tiempo de descuento, con una ligereza y una alegría que no puedo con ella, pensando en mi semana y media al sol, vuelta y vuelta, haciendo exactamente eso que nunca pensé que haría, eso que hacen los guiris y que nunca antes había sido mi plan de vacaciones.
Cuando vivía en Palma teníamos la piscina en casa, y la playa tan cerca que no se me ocurría irme de vacaciones a la playa. El verano, sin hacer nada especial, era como estar de vacaciones. Incluso trabajando, las largas tardes de piscina y los fines de semana de playa se sentían como vacaciones, así que prefería hacer otras cosas cuando me tomaba unos días.
Ahora, después de un año en la verde Irlanda, tengo las mismas ganas de sol y de calor que cualquier guiri que se precie. Y me he vuelto a acordar de la chica francesa que estuvo unos meses en mi piso de estudiantes. Ya he hablado antes de ella en el blog, porque la verdad es que estuvo poco tiempo, pero nos dio mucho juego, era una crack. Es la misma que pensaba que los zapatos de tacón se llamaban “tacones lejanos” porque en esa época se estrenó la peli de Almodovar y ella asumió que así era como se llamaban. Después de explicarle varias veces mi otra amiga y yo que no era así, e intentar sacarla de su error, y después de que no nos hiciera ni caso, empezamos a dejar que siguiera con sus conclusiones y su peculiar cabezonería. También tuvo otra genial cuando se puso a dieta antes del verano (que no le hacia ninguna falta, la verdad, pero allá ella) y se dedicó a comer crema de verduras todos los días. Las cremas tenían muy buena pinta, pero yo todavía me río cada vez que me acuerdo de que les ponía un par de cucharadas de mantequilla cuando las emplataba porque aunque estaba a dieta “necesitaba grasas” igual que con el queso que se zampaba después de comer, también como parte de su dieta.
En fin, teorías nutricionales varias aparte, que divago mucho hoy, por lo que me he acordado de ella es porque más o menos en abril o mayo de ese año unos amigos suyos vinieron a visitarla y a hacer algo de turismo. El primer día con sol todos se pusieron bermudas y chanclas. Ella nos dijo que la gente les miraba raro. Nosotras tratamos de explicarle que simplemente, daban el cante, que era de guiris lo de quitarse cuanta más ropa mejor en cuanto salía medio rayito de sol. Que, para el españolito medio que tiene tres, cuatro meses de calor bastante insoportable por delante, lo de las chanclas antes de julio no tiene ningún sentido. Su misma agilidad mental la hizo pensar que estábamos locos, porque “hacía calor y cuando hace calor uno se viste así”. Lo que tú quieras, reina, y si quieres rematas con los tacones lejanos y meriendas mantequilla en tu dieta. Tú misma. Como os podéis imaginar, no la recuerdo por su agudo intelecto y su extrema capacidad de adaptarse al cambio y a las diferencias. La recuerdo porque eso es exactamente lo que uno hace aquí donde yo estoy ahora. Estamos a finales de junio y la primavera solo se ha diferenciado del invierno en la temperatura. Los cielos han seguido igual de plomizos, la lluvia ha seguido, tal vez algo menos, pero sin una diferencia significativa, y en general, uno veía los anuncios de la tele vendiendo muebles de jardín y tenía una sensación muy, muy surrealista. El calendario puede decir mayo, junio, pero eso no significa lo mismo que en otras partes, diga lo que diga Marks & Spencer.
En fin, teorías nutricionales varias aparte, que divago mucho hoy, por lo que me he acordado de ella es porque más o menos en abril o mayo de ese año unos amigos suyos vinieron a visitarla y a hacer algo de turismo. El primer día con sol todos se pusieron bermudas y chanclas. Ella nos dijo que la gente les miraba raro. Nosotras tratamos de explicarle que simplemente, daban el cante, que era de guiris lo de quitarse cuanta más ropa mejor en cuanto salía medio rayito de sol. Que, para el españolito medio que tiene tres, cuatro meses de calor bastante insoportable por delante, lo de las chanclas antes de julio no tiene ningún sentido. Su misma agilidad mental la hizo pensar que estábamos locos, porque “hacía calor y cuando hace calor uno se viste así”. Lo que tú quieras, reina, y si quieres rematas con los tacones lejanos y meriendas mantequilla en tu dieta. Tú misma. Como os podéis imaginar, no la recuerdo por su agudo intelecto y su extrema capacidad de adaptarse al cambio y a las diferencias. La recuerdo porque eso es exactamente lo que uno hace aquí donde yo estoy ahora. Estamos a finales de junio y la primavera solo se ha diferenciado del invierno en la temperatura. Los cielos han seguido igual de plomizos, la lluvia ha seguido, tal vez algo menos, pero sin una diferencia significativa, y en general, uno veía los anuncios de la tele vendiendo muebles de jardín y tenía una sensación muy, muy surrealista. El calendario puede decir mayo, junio, pero eso no significa lo mismo que en otras partes, diga lo que diga Marks & Spencer.
Pero de repente, estos últimos días algo parecido al verano ha llegado. No, no va a quedarse. Tendremos suerte si dura toda la semana (de hecho, para el fin de semana han pronosticado vuelta a los 16 grados), y me he puesto mis sandalias de verano, y he salido a comer al parque, y vamos a hacer barbacoas en el backyard, y los chicos ya no están ridículos en sus bermudas veraniegas, como lo estaban con el cielo encapotado y una temperatura menos que templada, y las chicas siguen igual de ridículas con su autobronceador naranja a círculos, pero ya se van viendo más de vuelta de sus vacaciones, rojo cangrejo natural.
En tres semanas me tocara a mí hacer el cangrejo. En tres semanas espero cargar las pilas y seguro que el calor me resulta ahora brutal, como les resulta a ellos. En tres semanas viajaré con una tropa de guiris, y seremos unos guiris raros, y me va a dar bastante igual.
En medio de la alegría prevacacional que tengo hoy os dejo una receta de cuando no hacia este sol. Hice esta focaccia como entrante para una cena a la que invitamos a nuestros vecinos. Lleva sabor italiano por todas partes, es deliciosa, y muy fácil, solo has de tener en cuenta los tiempos del levado, y la disfrutaras aún más si la acompañas de un vinito bien frío en una de estas largas tardes de verano. Anímate a probarla, aquí no sabemos lo que durara el verano.
A disfrutar.
Focaccia de aceitunas negras y albahaca
Ingredientes
500 gramos de harina de fuerza y algo más para amasar
10 gramos de sal
100 ml de buen aceite de oliva
20 gramos de levadura fresca o 10 gramos de levadura de pan para activar
300 ml de agua
125 gramos de aceitunas negras deshuesadas
unas hojas de albahaca fresca picada
Preparación
Pon la harina, sal, la mitad del aceite, la levadura y el agua en un bol grande y amasa a mano unos 3 minutos, hasta que todos los ingredientes se hayan mezclado. Pon la mezcla en una superficie ligeramente enharinada amasa bien durante 6 minutos. La masa debería estar bastante pegajosa. Pinta ligeramente un bol con aceite y pon la masa a levar a temperatura ambiente, unas 2 horas.
pinta con aceite una bandeja de horno. Mezcla 100 gramos de las aceitunas y toda la albahaca con la masa, y luego extiéndela sobre la bandeja, dejando un grosor de unos 2,5 cm. Pinta la superficie con aceite y marca con los dedos indentaciones en la masa. Deja levar otra hora más.
Precalienta el horno a 230º, pinta la superficie con el resto del aceite y pon las aceitunas que quedan encima, decorando la focaccia. Lleva al horno 25 minutos, hasta que se dore, y luego deja que se enfrie ligeramente sobre una rejilla.
Pues aprovecha estos días de cuasi-verano!! esta focaccia está muy rica, yo no se porque en casa siempre me dicen que le falta algo, se ve que son más de pizza, jeje
ResponderEliminarBueno, yo la servi en trozos con jamon y salmon ahumado, y nadie se quejo.... :-)
Eliminar¿Venís para aquí Macu? ¿o nos vais a poner los cuernos con otra parte del Mediterráneo? y digo mediterráneo el plan "todo incluido en Cancún" no te acaba de pegar mucho XD!
ResponderEliminarPues esta vez no toca... cambio un archipielago por otro. No, lo de todo incluido en Cancun no me me pega, pero tampoco en hacerlo en Canarias y es donde iremos. Necesitamos un poco de tiempo en familia, al sol, sin planes. Ha sido un anno muy, muy intenso para todos y ahora solo buscamos desconectar, algo de buen tiempo, y absolutamente ningun plan por unos dias. Un besazo grande, grande.
EliminarPues que lo paséis muy bien y descanséis!
EliminarGracias, nos hace buena falta!
EliminarIncreíble lo diferente que es una cultura a otra simplemente por los cambios de temperatura!!. Me lo creo porque tengo un amigo que vive en Alemania desde hace 4 años, y le pasa lo mismo, jajaja.
ResponderEliminarEn cuanto a la focaccia me encanta, te ha quedado espectacular y seguro que muy rica. Me la apunto sin duda.
Un beso!
Bueno, te haces a todo, pero aunque parece secundario, el tiempo condiciona muchisimo. Prueba la focaccia, que vale la pena. Ya la he hecho varias veces desde que la probe y esta riquisima (y congela muy bien, si no la comes toda de una vez). Un abrazo grande
EliminarMmmmmm me la imagino para una tardecita en el jardín mientras las chiquititas se abalanzan por su trozo.
ResponderEliminarMe has hecho reír con tu pupila, sin duda cada país un mundo.
Totalmente! Un fuerte abrazo
EliminarAh, es que ponerse las sandalias significa que YA estamos en verano, eso es un hecho. Esperemos que pues sea un poco más largo del que esperas...toda una aventura estar en otro país, verdad?
ResponderEliminarVerdaderamente. Como era de esperar, el verano duro poco. Ya estamos con el tiempo revuelto a vueltas, y yo con mis zapatitos cerrados. De verano, pero cerrados. Un besazo.
EliminarQué belleza de focaccia!! Bocadito a bocadito se termina sin notarse, una delicia!!!
ResponderEliminarDoy fe de ello. Lo bueno es que se conserva razonablemente bien en el congelador, asi que a la vista de lo rapido que nos la comimos, las siguientes veces he congelado ya los trozos y asi se pueden usar solo los que queramos en cada momento.
Eliminarque linda ficou, e com uma cor deliciosa.
ResponderEliminarGosto bastante tenho que voltar a fazer.
beijinhos
Seguro que te encanta. Gracias por tu comentario! Un abrazo
EliminarMe encantan las focaccias, antes las hacía mucho y llevo una temporada que no. Me gusta cómo te ha quedado.
ResponderEliminarPor cierto, estoy de 4º cumpleblog y sorteo una plantilla 100% personalizada para el blog, por si te animas.
Besos
Muchisimas gracias. No lo habia visto, y me encanta la idea, el premio, y que lleves ya tanto tiempo con el blog. Felicidades y me voy para alla ahora mismo.
EliminarUn besazo
Hola!!! Esq vaya cambio, aunq Irlanda es precioso...ha de ser dificil eh!! :(
ResponderEliminarLa focaccia buenisima, tus vecinos seguro que encantados. :)
Muchos besitos
Bueno, estamos muy contentos, y yo tengo una vena algo exagerada que me viene muy bien como recurso narrativo de vez en cuando... Y si, creo que ahora mis vecinos me aprecian de otra manera, ;-D
EliminarPues nada a subirse a los tacones lejanos y a "embutirme los tejanos" que hoy toca #cenacanalla...es buena idea esta foccacia tuya, a ver si la próxima me acuerdo por fácil y rica, que seguro que a todos nos gustará.
ResponderEliminarFeliz viaje familia, que lo disfrutéis mucho, y a tostarse un poco que ya toca.
Un besazo